Aldo Menéndez
Especial/El Nuevo Herald
D on’t Swallow Your Gum ( No te tragues el chicle) y Rafael López-Ramos/Wonderland ( El país de las maravillas),
son los títulos de dos exposiciones del artista cubano Rafael
López-Ramos (1962), que prácticamente se realizan de forma simultánea en
Miami. La primera bajo los auspicios y en el local de Cuban American
Phototheque Foundation, y la segunda, a la que me referiré ampliamente,
que ya había sido expuesta antes a mediados de año en 17 Frost Art Space
de Brooklyn, ahora se encuentra en The Art Link Gallery, dirigida por
la reconocida escultora colombiana Sandra García Pardo.
The Art
Link Gallery es un lugar convertido en centro empeñado en favorecer al
artista desde el punto de vista cultural y económico, por supuesto sin
dejar de lado la comercialización de la obra, logrando una relación
contractual que lo convierte en un espacio asequible, con una política
basada en el respeto y la consideración al creador.
Wonderland
está integrada por 24 piezas realizadas por Ramos entre el 2011 y el
2013, en las que lo mismo encontramos un tipo de pintura asociada al
fotorrealismo y a las extensiones del pop –anteriores al neo pop–, que
ensamblajes a manera de escultopinturas o escultocollages, en el estilo
del colachismo cubista y dadaísta, involucrado directamente con el ready made
(hecho al instante). Constituye este marco referencial tan extenso, un
tipo de obra u objeto artístico dentro de las características
posmodernistas, sobre todo en lo que se refiere a apropiarse y nutrirse
del mismo arte.
El aporte fundamental de la serie es el compromiso del autor, en un
tiempo en que el arte comprometido parece ser el gran ausente.
López-Ramos nos trae una expresión que evita caer en brazos de la
complacencia o del último grito de la moda. Cualquier guiño a lo
correcto y amable quiere ser un pretexto que le permita introducirse y
cuestionar una realidad que hoy más que nunca reclama el regreso de la
crítica social y política, mediante la que Ramos intenta enfocarse en la
actual crisis de valores, en el desenfreno consumista y en los falsos
ídolos.
Sus ensamblajes se basan también en el objet trouvé (objeto
encontrado); desperdicios industriales que incorporados a sus obras son
una llamada de atención hacia el presente, envases to go
(para llevar) e imágenes publicitarias impresas en cartón de cajas, que
inequívocamente relacionan al espectador con su entorno. La
representación de la mujer como objeto de deseo en uno de sus cuadros
colinda con otro donde superhéroes de fantasía parecen haber olvidado su
papel de salvadores de la humanidad. Mas allá es un dictador real el
retratado, manipulando tecnología a su favor, proponiéndose sodomizar a
sus ciudadanos con un bombillo-ahorrador. E igual aparece la
extravagante y controversial Lady Gaga, ella misma un emblema del marketing,
que conecta a Ramos con lo que él define como los millones de seres que
viven “prisioneros de las marcas”, atrapados, esclavizados, dentro de
un universo amanerado y plástico. Símbolos que Ramos maneja como densas
nubes que descargan sobre el espectador torrentes de contenidos y
miríadas de citas –muchas provenientes de la propia pintura del siglo
XX.
Sin dudas tan copioso discurso alimentado de innumerables
explicaciones, pudiera llegar a ser para algunos contradictorio y
confuso, quizás porque el acabado formal a la par intensifica la mezcla
agregando desenfado, gestualismo y elementos tomados de la bad painting en
trato con geometrías. Pero López-Ramos prefiere correr esos riesgos
antes de refrenar lo que quiere decirnos en un estado cercano al que
surge de un torbellino de ideas, resultando un coctel cargado de
combinaciones, de reflejos, como la Casa de los Espejos.
La
trayectoria de López-Ramos se inicia en la gráfica. Tuvo como escuela
desde principio de los 1990 el collage, enfilado a denunciar las
difíciles condiciones del Período Especial en Cuba. Lo que le valió
formar parte del grupo de pintores cubanos que más tarde Raúl Rivero
destacará en su libro Ojo, pinta/Pintores en el Período Especial (Ediciones Imprimatur, 2000) .
Donde el poeta –los poetas tienen una penetrante visión– señala que
este artista “…total por momentos”, tenía la sospechosa manía “…de
tratar de explicar la pintura, de examinar el contexto en que se produce
y analizar los resultados”. Al final el reconocido poeta acaba
admitiendo que Rafael “… sabe teorizar sobre la materia que trabaja”.
López
Ramos, que actualmente radica en Miami, pertenece a una promoción
innombrada en Cuba, que realmente alcanza sus primeras potenciaciones
importantes en el extranjero. De suerte que no es hasta 1997 a su arribo
a Vancouver, Canadá, que el artista consigue abrir su obra al gran
público. •
Aldo Menéndez es pintor, crítico de arte y curador. artsituation@gmail.com y www.aldomenendez.com
‘Rafael López-Ramos/Wonderland’, en The Art Link Gallery, 130 NW 36 St., Wynwood Art District, (786) 547 8681.
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